El primer pueblo en el que paramos fué Hondarribia.
Este pueblo, bastante curioso, tiene por un lado, al igual que sus vecinos de la costa Guipuzcoana el encanto de los pueblos de montaña de los pirineos catalanes que tanto conozco, como tambien la belleza de los pueblos de mar.
El primer dato interesante a comentar es que este pueblo comparte la bahia en la que está con Endaya, un pueblo frances. Y es que la frontera entre los dos países pasa por la mitad de la bahia, dejando una orilla española y la otra francesa.
Despues de visitar el puerto, nos dirigimos al casco antiguo, donde pudimos comer en un restaurante realmente bueno, Mamutzar, en la calle Eguzqui número 8, al que os invito a ir. Comimos unas ensaladas tívias de rape y pulpo increibles... en fin, a lo que ibamos.
El casco antiguo es muy bonito, con las murallas, las calles estrechas y los edificios antiguos. Es como trasladarse a otra época. Allí podreis ver la iglesia, el castillo de Carlos V, ahora parador nacional.
Despues de estirar las piernas por Hondarribia, nos dirigimos a Francia, parándonos en otro interesantísimo pueblo: Saint Jean de Luz.
Quizá la característica más destacable del pueblo, a parte de sus calles de tiendecitas y su iglesia,
es su puerto, que se entrelaza como calles en una ciudad... es como una Venecia en pequeño, adentrando el mar hacia el interior. 
Otro aspecto interesante de la ciudad es el dique que separa la playa de las primeras casas, quizá por los temporales que supongo deben de sufrir. Así, para poder acceder a la playa, uno tiene que subir por el dique mediante unas pequeñas escaleras, para luego bajarlas. El acceso a las casas se encuentra en lo alto del dique, quedando la mitad de la casa por debajo de este y el resto por encima. El dique en cuestion va de punta a punta de la bahía, hasta llegar a la entrada del puerto, que se encuentra hacia dentro en la costa.
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